jueves, 14 de junio de 2018



Mi abuela Raquel

Tengo 53 años y mi abuela Raquel acaba de fallecer a los 94... Es decir, por más de 50 años, mi abuela estuvo presente en mi vida con ese rol tan especial que solo las abuelas pueden tener con sus nietos y nietas... Tengo tantos recuerdos que podría escribir un libro (no, uno no, varios) con ellos. Pero no lo necesito, no habría libro capaz de reflejar lo que mi abuela Raquel significó en mi existencia. Dicen que todos los seres humanos somos únicos. Mi abuela siempre estuvo más allá de esta definición. A lo largo de estos más de 50 años, la amé y me enojé con ella en la misma medida y con la misma intensidad, pero jamás me fue indiferente. Y el balance, con todo y arrumacos, retos, complicidades, cariños, cuidados, peleas, aventuras conjuntas y lecciones es solo uno: amor, mucho amor... Desde los primeros recuerdos que tengo de ella, esa señora elegante, hermosa, enérgica, que me dejaba sus labios marcados en la mejilla cada vez que me besaba, siempre bien vestida, enjoyada y maquillada, sofisticada y de temperamento fuerte a la matriarca ya anciana, dulce y tierna en su desvalida vejez, lejos de esa energía que hasta muy mayor la caracterizó y que comparar con un tsunami sería subestimarla, hay más de 50 años y muchos escenarios distintos por medio mundo... Porque con mi abuela vivimos, juntas y por separado, años de exilio. Incluso en una oportunidad viajamos por Europa, al terminar yo mi primer año de universidad. Y fue una travesía memorable por varios países y múltiples escenarios y experiencias las dos juntas, que conservaré en mi memoria como un preciado legado, lo mismo que aquellas temporadas en que mi abuela vivió en España, en casas de sus hijas, o los años que viví en Israel, donde mis abuelos vivieron su diáspora hasta el final de sus vidas. Años de exilio, de encuentros y reencuentros... Yo crecí sabiendo que, aunque mis abuelos vivieran en otro país y en otro continente, siempre podía contar con ellos. Con el intelecto y la sabiduría afectuosa de mi abuelo y el cariño y corazón de fuego de mi abuela. Porque mi abuela siempre fue incondicional con sus nietos. No importaba si la hacíamos feliz o la preocupábamos, si la hacíamos sentir orgullosa o la decepcionábamos. Sus nietos siempre fuimos sagrados, y ay de aquel que pretendiera criticar a alguno en su presencia... Y después de sus nietos, también sus bisnietos y tataranietos. Porque mi abuela llegó incluso a ser tatarabuela y, aunque no pudo conocer en persona a todos ellos, merced a la tecnología moderna, sí pudo verlos a través de fotografías, videos y chats. Y ellos a ella... Y hoy, a sus 94 años y una larga e intensa vida (que incluyó una aclanada vida familiar, militancia política, el inmenso dolor de la muerte de su hijo menor, exilio y resiliencia), mi abuela nos dijo adiós, dejando tras de sí la estela de candor de toda una familia que la adoraba por encima de todo, y que la conservará en la esencia de la razón de nuestra unidad: el amor. Te quiero, Güeli, ayer, hoy, mañana y siempre...

Santiago, 12 de Junio de 2018

6 comentarios:

  1. Lindas palabras, que vienen, claro, de lindos sentimientos mutuos. La abuela nos abarcó durante toda su vida con su amorosa fuerza y fue durante tanto tiempo que se nos hace difícil su ausencia.

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  2. Una mujer completa, una mujer perfecta, una mujer entrañable. Y tú, hermana, eres una buena prueba de tamaño legado de amor.
    Gracias <3

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  3. Qué voy a decir, está todo dicho, muy lindo. Pete, gracias.

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  4. Muchas gracias a Uds., las quiero mucho <3

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