Tal como solía ocurrir, se encontraba en una casa, posiblemente de vacaciones. La acompañaban varias personas, la mayoría niños, y un joven rubio que, poco después recordó, se parecía a un actor que había visto en una serie británica, hacía muy poco. Los adultos conversaban animados y los niños jugaban, con la algarabía propia de los niños.
En algún momento, decidió salir a deambular por el barrio. Estaba en Alemania, probablemente de vacaciones, y quiso recorrer las calles de la localidad. Pasó por unas terrazas, con mesas ocupadas por comensales que charlaban, disfrutando su tarde de verano. A poco andar, vio que frente a una casa se agolpaba un grupo de personas. Observó cámaras de rodaje y, entre la multitud, reconoció a una actriz. Rubia y alta que, pese a ser mayor, conservaba su belleza nórdica. Supo que la había visto antes, que era una actriz famosa, y supuso que la reconocía de una película antigua de Doris Dörrie. No recordaba su nombre, pero por un impulso, sacó el teléfono móvil con la intención de hacerle fotos y algún vídeo. Se movió con presteza entre la gente, intentando tomar un buen plano de la actriz, que se encontraba en el ante jardín de la casa con otros actores, en pleno rodaje. No era fácil, había mucha gente y ella, por descuido, tropezó con una cámara más de una vez. Por fortuna, los operarios se lo tomaban con paciencia y ninguno pareció molesto por ello.
Transcurridos unos minutos, la actriz desapareció en el interior de la casa, y ella supo que se había terminado la jornada de trabajo y pronto saldría por una puerta lateral. Junto a otros curiosos, la esperó. Pensó que quizás podría sacarle una foto cuando saliera, y le dio pena pensar que no llevaba encima papel para que la actriz le firmara un autógrafo. Para su gran fortuna, un joven que apareció entre la multitud portaba varios folletos, y los estaba repartiendo. En ese instante, tomó conciencia de que estaba soñando, y pensó con tristeza que todas las fotos y vídeos que había sacado no estarían en su teléfono móvil cuando despertara.
La actriz salió a los pocos minutos, sonriente y, con gesto amable, fue recibiendo y firmando los folletos. Cuando le tocó su turno, ella, pese a ser consciente de que la había visto una sola vez y no recordaba siquiera su nombre, le dijo en inglés que la admiraba mucho y que había visto todas sus películas. Sabía que era algo que a la actriz le agradaría escuchar. Y grande fue su sorpresa cuando la actriz, al escucharla hablar, le preguntó de dónde era, pues su acento en inglés la había delatado como no nativa del idioma. Ella le respondió que era española y la actriz le dijo que eso le había parecido y, con amabilidad, comenzó a hablarle en español.
Sin saber cómo, de pronto se encontró en una zona campestre, a las afueras de la ciudad. Contempló el paisaje a su alrededor y se preocupó, pues pronto se haría de noche y no tenía claro cómo haría para regresar a la casa. Sin embargo, la belleza del paisaje la cautivaba e invitaba a recorrer el lugar. A medida que ascendía por un camino arenoso, veía a sus pies praderas verdes y, a lo lejos, un área boscosa. En un recodo del camino, tomó asiento sobre la arena y, con asombro vio que por el camino se acercaba un extraño caballo lanudo, de gran tamaño, color gris pálido y aspecto apacible, pero igualmente imponente. Le recordaba a una alpaca, pero su cabeza era la de un caballo. Ella permaneció inmóvil y, con infinita alegría, observó cómo el animal llegaba hasta donde se encontraba y se echaba a su lado, con gesto amistoso. Era un hermoso ejemplar y, al parecer, había visto en ella a una amiga.
A los pocos segundos vio, esta vez con temor, que un enorme pulpo, de las mismas tonalidades grises que el caballo, subía por el camino de arena en su dirección. Ella no estaba segura de sus intenciones, pero no parecían buenas. El pulpo los alcanzó e hizo ademán de atraparla con uno de sus tentáculos, pero a ella le bastó con agitar las manos con gesto de rechazo para que el animal retrocediera. El caballo, por su parte, permaneció tranquilo y sin moverse, y su actitud la convenció de que el pulpo no era una amenaza tan seria como había pensado.
Despertó en ese momento, con la certeza de que, en efecto, no encontraría ningún vídeo ni fotografía de la actriz en su teléfono móvil. Pero también con la convicción de que nunca olvidaría al hermoso y extraño caballo lanudo ni al peculiar pulpo que se acercaron a ella en aquel onírico paisaje de arena y praderas verdes.
Esplugues de Llobregat, 16 de mayo de 2023
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