jueves, 7 de abril de 2011

Realismo vs. Pesimismo (texto)



No sé Uds., pero yo comienzo a estar cansada del pesimismo generalizado que parece haberse instalado en nuestras mentes, en nuestro espíritu y en nuestras vidas desde hace ya demasiado tiempo a raíz, sobre todo, de la ya tan bullada crisis económica, sus consecuencias y la nueva escalada de violencia internacional a raíz de las revueltas populares en el Mundo Árabe. Todo esto ha despertado a una gran cantidad de sesudos pensadores que nos han bombardeado con todo tipo de textos, opiniones y análisis. Pero lo que me ha terminado agotando no es lo reiterativo de los temas ni el desmenuzamiento concienzudo de tales eventos (obviamente de gran relevancia e interés) sino el tono pesimista (disfrazado muchas veces de realista y/o pragmático) que impregna muchos de dichos análisis, estudios y opiniones. Ciertamente no es mi idea hacer una apología a la ceguera ilusa ni a las vanas esperanzas, pero tras esta avalancha informativa y analítica ha terminado quedándome una sensación de molestia y de hastío por lo que ya considero una orgía perpetua (como diría Vargas Llosa) de pensamiento negativo, vibras oscuras y necesidad imperiosa de ver todo malo. Una ya empieza a aburrirse de tanto agorero pesimista, de tanto profeta milenarista y de tanta tendencia a echarle el avión abajo al optimismo, a la visión positiva de la vida y al resguardo de la ilusión como parte vital de nuestra esencia humana. Y, sobre todo, una ya empieza a estar hasta el gorro de tanta mente brillante capacitada para diseccionar cualquier tema ahondando hasta el paroxismo en los errores, en los fallos, en las mentiras, en lo oscuro y en lo diabólico del sistema, de la economía, de la política, de los medios de comunicación o de lo que se les venga en gana pero adoleciendo, a la vez, de una clarísima incapacidad para proponer soluciones, para aportar con alternativas viables, para entregar mucho más que meros análisis fatalistas, derrotistas y empapados de pesimismo. Casi parece estuvieran en la gloria, en pleno éxtasis mientras escriben sus artículos sobre lo fritos que estamos, lo poco o nada que debemos confiar en tal o cual político, lo ilusos que somos si creemos que algo va a cambiar o lo cerca que estamos de la catástrofe mundial. Yo no me siento especialmente inteligente ni brillante, y tengo muy claros mis virtudes y mis defectos, mis habilidades y mis límites. En eso soy realista, pues realismo no es ver todo como las reverendas y con ello decir que estoy viendo las cosas claras y objetivas. No, ser realista es ser capaces de ver el lado bueno y el lado malo de las cosas y, sobre todo, asumir de forma constructiva que nada es ni puede ser perfecto y no por ello no poder ser positivo. Ser realista es saber que nada puede ser exactamente como yo quiero porque alrededor mío hay millones de personas que ven las cosas de manera diferente –y que tienen anhelos también diferentes- y no por ello pensar que no hay lugar para la felicidad en este planeta. Ser realista es comprender que toda situación tiene, como mínimo, dos caras y que pese a ello se puede llegar a soluciones, a acuerdos, a aportes, a logros. Y aparte de ser realista, pasados ya los 40 años, también me considero capaz de ver por mí misma cómo están las cosas, sin engañarme, sin ponerme una venda en los ojos que no me permita ver cuán difícil es el mundo, cuán ardua la tarea de sobrevivir en él y cuán fácil es caer en derrotismos. Porque así es, pensar en negativo es lo más fácil, pues permite elucubrar hasta el cansancio sin aportar nada mientras que hacerlo en positivo implica reflexionar, romperse la cabeza y dar con soluciones a los problemas y a los conflictos que el mundo y la vida nos presenta día a día. Por lo tanto, no necesito que nadie venga a decirme (y menos a reiterarme hasta el hastío) cuán corrupto está el sistema ni a abrirme los ojos sobre cuán engañabobos es realmente tal o cual político ni cuán catastrófica es la situación económica mundial en este momento. Hace tiempo ya que aprendí a no creer en la Calchona y a convertir mi ingenuidad adolescente en una visión madura de la existencia. Hace tiempo ya que aprendí que los procesos históricos devienen de actitudes y conductas humanas y que, por lo tanto, están tan sometidas a su naturaleza imperfecta como ellas. Y no por ello pienso que el ser humano no tiene remedio y que nos estamos acercando al fin del mundo.


En suma, no necesito más sesudos agoreros derrotistas sino artesanos constructivos y positivistas, visionarios de un futuro promisorio, librepensadores realistas y mentes creativas comprometidas con un cambio efectivo. Necesito, y creo que todos/as, una mayor inyección de energía positiva, de esperanza sana, de creatividad personal y de fe en el ser humano y en sus capacidades (fe realista, asumiendo cuán imperfecto es por naturaleza y, a la vez, cuán grande en su potencial mental, afectivo, espiritual y creativo) Esto implica un sentido grande de la responsabilidad pues, como dije antes, ser positivo conlleva la tarea de construir, de moverse hacia delante, de levantar la mirada y enfocarla hacia el futuro, de alzar las manos y ser capaces de tocar la esperanza y de dar forma a los sueños, de encaminar nuestros pasos hacia un proyecto de vida integral, pleno. Insisto en que no se trata de perderse en ensoñaciones, en ilusiones vanas ni en un Nirvana de autocomplacencia; no se trata de perder de vista el lado malo y difícil; no se trata de creer que con una sonrisa basta para superar todos los obstáculos. Pero una cosa está clara: una sonrisa siempre abrirá más puertas que un gesto ceñudo. Y ya va siendo hora de que los agoreros del Apocalipsis y auto-erigidos remecedores de conciencias dormidas comiencen a sonreír y a buscar, con todo el esfuerzo que ello implica, el lado positivo de las cosas. Quizás sea un esfuerzo supremo para ellos, pero con toda seguridad merecerá la pena...


Santiago, Abril de 2011

8 comentarios:

  1. Totalmente de acuerdo, menos derrotismo, más alegría para enfrentar las cosas. Hay que regresar al positivismo en la lucha, no al "es lo que hay" o "ma laasot" y bajar los ojos entristecidos.

    ResponderEliminar
  2. pues sí, hay mucho pesimismo, pero mucho me temo que es porque mirando hacia atrás toda nuestra historia, es tristísimo comprobar que el ser humano no ha aprendido nada, que estamos mal y que si no hacemos un acto anti-egoismo, nada va a cambiar, por mucha esperanza y optimismo que le pongamos a la cosa, si realmente viéramos la realidad plena, creo que estaríamos más pesimistas y sin necesidad de que ningún analista nos lo diga... estamos mal porque llevamos dos milenios y pico manejándonos egoístamente, nada más: por ansias de poder, de manipular, de estar mejor que los demás, de controlar, etc. Y eso se puede revertir, soy una convencida de que la hecatombe, como ya escribí antes en alguna nota en mi blog, no está sentenciada. Es cuestión de ponernos cada uno a cambiar desde nosotros mismos... se puede, estoy convencida y eso me anima.

    ResponderEliminar
  3. Muy cierto, el egoísmo es y ha sido la génesis de los males de la Humanidad desde siempre, y también yo creo que una mayor responsabilización personal sería el punto de partida hacia un cambio real y positivo hacia adelante... Pero también una responsabilización positiva, sin más espíritu trágico (porque no sólo se trata de la generación de males sino de una actitud y un discurso negativo y pesimista que lo perpetúa). Si el cambio hacia una mayor solidaridad, compresión y comprehensión del mundo y las personas que nos rodean no viene acompañado de una actitud más positiva y mayor confianza en las posibilidades futuras de la Humanidad, sólo caeríamos en una especie de paternalismo fatalista, lo cual no será ni lo más sano ni lo que realmente ayude al ser humano a crecer y a crear un mundo mejor...
    Besos! xxx

    ResponderEliminar
  4. Tanto el pesimismo como el optimismo están correlacionados. Nuestro mundo es un ojo abierto.. y nosotros somos especulación.
    Fascinante tema, Thamar. Y muy bien hilvanado, por supuesto.
    Abrazos.

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias, Enrique, y sí, tienes razón, pesimismo y optimismo son los polos de un continuo entre los que la Humanidad se desarrolla y crece... Lo deseable sería no permanecer demasiado en el polo pesimista ni estancarnos en él... :-)
    Besos! xxx

    ResponderEliminar
  6. Muy bueno Thamar, es verdad que hoy en dia nadie sabe nada porque nadie entiende nada, debido tal vez a la avalancha informativa, a la competencia en decir y saber primero lo que pasa y al ansia de las noticias, para que el humano lector u oyente las clasifique y desclasifique, dejandonos en nuestras manos el decidir.
    Mucho me temo que en estos momentos la gente vive en diferentes epocas con diferentes mentalidades y millones de realidades, algunos viven aun en el siglo pasado, otros viven en la edad media, otros en el oscurantismo religioso y otros viven en el 2011 y algunos, los menos en el 2030 a 2050...tan avanzados estan!!
    Nos queda a nosotros reflexionar y decidir en que mundo queremos vivir.

    ResponderEliminar
  7. Buen punto tìa, porque al final eso viene a ser el principal motor de nuestra vida: tomar opciones, decidir què queremos y què no, hacer de nuestras emociones, nuestros actos y nuestros pensamientos un acto volitivo y no algo que "simplemente nos pasa" y que escapa a nuestro control... Mucha gente vive en una suerte de inercia, de dejarse llevar por la corriente, por lo màs simple de la existencia porque asì no tiene que pensar ni responsabilizarse de sì mismo, pero de esa misma forma no sòlo se pierde saber con claridad què sucede a su alrededor, sino ser sujeto activo del mundo en el que vive y poder, de alguna forma, incidir en èl...
    Besos! xxx

    ResponderEliminar
  8. Gracias por tu blog.
    Es reconfortante.

    ResponderEliminar